sábado, 8 de junio de 2013

La misma ciudad, de Luisgé Martín. (Reseña)

El 11 de septiembre de 2001, Brandon Moy, un lustroso abogado con despacho en la planta noventa y seis de la Torre Norte del World Trade Center, llegó tardé al trabajo; eso le salvó la vida pero también le proporcionó la ocasión de cambiarla para siempre.

'La misma ciudad' es una novela corta que que te atrapa desde la primera línea. En sus páginas Luisgé Martín (Madrid, 1962) profundiza en el corazón de la crisis existencial en la que en plena madurez sucumben tantos hombres, cuando comprueban que cada día vivido es una copia idéntica del anterior, y que los proyectos y ambiciones de juventud no fueron más que una quimera, pues la realidad los devuelve convertidos en una confortable pero insulsa sucesión monocorde de sucesos previsibles, pasiones domesticadas y frustraciones más o menos consentidas.

Con una prosa impecable y sin concesiones al engolamiento poético con que a veces se adornan los relatos, el autor nos regala una narración en estado puro, aquella que se concentra en las descripciones y reduce los diálogos a lo estrictamente necesario para apostillar la voz del narrador y no a la inversa. 

En la combinación de argumento y estilo literario, 'La misma ciudad' se ubica en el equilibrio para provocar el placer de la lectura en sus dos principales dimensiones: el deleite en un lenguaje culto y sofisticado sin dejar de ser cercano, y el interés por una historia original y sugestiva en la que es fácil sentise identificado. Una historia que habla de sentimientos que de algún modo todos compartimos: del miedo a cambiar, de las segundas oportunidades, del amor y del afecto, que tantas veces se confunden, de los deseos ocultos y de la libertad del hombre, que nace plena y poco a poco se debloga a la insulsa imposición de los compromisos, las convenciones y la inercia de lo cotidiano.

'La misma ciudad' es un libro denso y profundo que interroga sobre aspectos existenciales, pero es también un libro ameno que nos traslada a diversas circunstancias y escenarios, desde Boston a Bogotá y después en una carrera frenética y temeraria hasta Hermosillo en el norte de México; desde allí a Madrid para retornar a Nueva York donde culmina un proceloso y vehemente viaje de ida y vuelta.

Transmutado en Albert Fergus, un arquetipo de la libertad idealizada, Brandon Moy experimentará todo aquello que un día anheló y dio por perdido, la eufórica sensación de renacer cada día sin el peso ni las ataduras del pasado, la seducción y el sexo sin compromiso, las drogas, la velocidad suicida, el sentido de la solidaridad y el inesperado éxito literario. Pero Moy no podrá eludir el desengaño ni el amor a los seres más queridos, para a la postre descubrir que la felicidad reside en otro lado.





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