De Madrid al cielo, dice el dicho castellano, y añade a continuación: y desde el cielo un agujero desde el que poder ver Madrid. Así de orgullosos han visto siempre a Madrid los madrileños, y así la hemos visto también nosotros, foráneos de esa ciudad excitante y emblemática que siempre hemos sentido un poco nuestra. Una ciudad que, sin embargo, de cara al exterior no atraviesa, parece ser, su mejor momento. Mientras España bate records de visitas de turistas, Madrid los pierde a mansalva. A pesar de su historia, de sus esplendidos parques e inigualables museos, de sus teatros y cines (es verdad que cada vez menos), de su envidiable oferta de bares y restaurantes, de sus comercios, del Real Madrid, el Atlético y el Rayo Vallecano; a pesar de todo eso, es un hecho que la ciudad pierde su encanto y, por alguna razón, los datos cantan, ya no interesa.
Podéis decir a gritos que es la capital de Europa, decía del Madrid de la movida la letra de un conocido tema de Los Refrescos, allá por los años 80. Menos playa, Madrid lo tenía todo, igual que ahora. La diferencia es que entonces la frase expresaba una idea que el imaginario colectivo podía asumir sin problemas. Se respiraba en el ambiente que, liberado de la losa gris del franquismo, Madrid volvía a ocupar el lugar que por su personalidad e infinitos atractivos le corresponde, el de una de las más atractivas capitales del planeta, que llamaba la atención y la curiosidad de medio mundo. La movida promovida por el ayuntamiento regaló a Madrid una impronta de vanguardia cultural que atravesó las fronteras.
Pero a muchos madrileños aquello no les acababa de convencer. No les parecía serio que el futuro de Madrid se diseñara por quienes patrocinaban la marcha y el jaleo. Incapaces, en su miopía, de comprender que aquello fuera la expresión de las tendencias culturales del momento: en la música, el cine, la pintura, las universidades, las letras, decidieron que era mejor encomendar el futuro de Madrid a quienes creyeron más afines a sus ideas e intereses. Así le dieron el poder del ayuntamiento a la derecha de siempre, dispuesta, como siempre, a poner orden a tanto desenfreno y, como diría Rajoy en uno de sus alardes de transparencia, a hacer las cosas como Dios manda, es decir, a hacer las cosas bien hechas. Y así se hicieron y así vino lo que habría de venir: al cierre de locales emblemáticos sobrevinieron el de las salas de cine y los teatros, después llegó el afán por las obras sin cortapisas del déficit, el tamayazo y la inefable Esperanza Aguirre, con su secuela de vergonzosos pelotazos sin complejos, Gallardón, tan de derechas como ya sabíamos y ahora comprobamos, y como cenit y compendio paradigmático, el esperpéntico relaxing cup de Ana Botella.
Bajo los gobiernos de la derecha, el ayuntamiento de Madrid no ha sabido o, probablemente, no ha querido promover una cultura propia que expresara el enorme potencial de dinamismo y creatividad que atesoran los madrileños. La derecha nunca se ha fiado de la cultura, quizá porque la cultura no se deja controlar y ellos, tan liberales como se proclaman, no soportan que algo pueda escapar a su control. Así las cosas, Madrid no ha forjado una identidad cultural, y se ha convertido en una ciudad adocenada que no tiene nada verdaderamente propio y distinto que ofrecer.
Y aquí estamos, veinte años más tarde, rememorando y reeditando grandes temas de los 80, perplejos porque Madrid, una ciudad fascinante, ha perdido su sitio y su carisma, y al parecer no interesa.
No sólo en Madrid sucede. Las grandes capitales del mundo, que quieren llamar ahora "ciudades globales", han sido cada vez más despojadas de su identidad, más clonadas, por el capitalismo y el neoliberalismo galopante que está engullendo (para convertirlo en mierda, según lo que veo) al planeta.
ResponderEliminarEs así, Gloria, pero hoy en día todavía ciudades como Nueva York, Londres o París, siguen siendo referentes culturales universales, o cuando menos mantienen una identidad cultural propia y reconocible. Incluso, entre nosotros, le ocurre a Barcelona, o a Sevilla, que siguen definiendo una personalidad y llamando la atención de propios y extraños. Lo de Madrid es una pena, porque tuvo la oportunidad y tiene las condiciones para ser un referente cultural que sin embargo se está dilapidando, y yo creo que tiene mucho que ver la gestión de una política municipal a la que la cultura le importa un pimiento, porque están a otras cosas, antes a las obras y los pelotazos, cuando se movía el dinero, ahora a los casinos del Madrid Las Vegas, siempre al dinero fácil y rápido, sin visión de futuro, sin un proyecto de ciudad que ponga en valor sus recursos culturales, su historia tan rica, el dinamismo y la creatividad no sólo de los madrileños, porque Madrid, además, es un poco la síntesis de España y de todo lo que aquí se mueve.
EliminarAhora 3 cosas caracterizan a Madrid: corrupción, xenofobia y represión policial. La miseria abunda por las calles si te alejas un poco de las grandes vías turísticas, los vecinos no te saludan en el ascensor, todos corren a trabajar por unos pocos euros o a buscar trabajo aunque sea de esclavo. Es el Madrid de la derecha, del siglo XXI. He escrito en mi blog 2 entradas al respecto, te invito a leerlos: "Bienvenidos a la miseria de Madrid" http://literaturacharrua.blogspot.com.es/2013/09/bienvenidos-la-miseria-de-madrid.html, y "Maldita Botella: la miseria a examen" http://literaturacharrua.blogspot.com.es/2013/10/maldita-botella-la-miseria-examen-y.html
ResponderEliminarA los que vamos de fuera Madrid nos suele enseñar su mejor cara, aunque es verdad que uno intuye eso que dices que ocurre en cuanto te alejas de las zonas principales. La idea de este post se me ocurrió casualmente, cuando después de escuchar esa canción de Los refrescos leí un artículo que hablaba del declive turístico de Madrid. Me pareció que la canción por un lado, y el artículo por el otro, marcaban dos momentos de la ciudad radicalmente distintos, y entre medio de los dos momentos un periodo de declive en el que la derecha ocupa el ayuntamiento de la ciudad. En periodos largos las políticas municipales dejan una impronta tremenda, y en Madrid la derecha lleva ya demasiado tiempo. Y eso se nota. Gracias por tu comentario.
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