sábado, 6 de abril de 2013

¿Por qué escribimos?


Hace poco charlaba con un amigo, de esos con los que compartes más cosas que con el resto; cosas que uno se guarda y no suele comentar. Y fijaos que hablábamos de escritura, o para ser más exactos del hecho de que yo escriba, algo que en mi entorno pocos saben, porque me da cierto pudor reconocerlo. ¿Y por qué escribes?, me preguntó en un momento; bueno, le vine a decir, me entretiene y me gusta hacerlo, también ya es una costumbre. ¿Y piensas publicar?; ya me gustaría, le dije, en eso estamos, pero es muy difícil, hay mucha gente escribiendo. A continuación hablamos de lo complicado que hoy en día resulta publicar, de agentes y editoriales, de los concursos, y cómo no, de la autoedición y del libro digital y las plataformas de publicación en Internet; tocamos todos los palos.
Al rato nos despedimos, y cada uno se fue a lo suyo, hasta la próxima vez. 
De camino a casa me sobrevino la pregunta que mi amigo me había hecho: ¿Y por qué escribes, Andrés? Sí, ya la había respondido, me gusta y me entretiene hacerlo; pero, me decía a mí mismo, ¿eso era verdad?, ¿no había más qué decir? Continuaba andando, pensativo, y se me ocurrió plantear en abstracto la pregunta: ¿por qué se escribe?, ¿qué es lo que nos lleva a hacerlo? En estos días le he estado dando vueltas, y esto es lo que se me ha ocurrido responder.
Cuando ese amigo me preguntó por qué escribía mi primera respuesta fue hablar de entretenimiento, y podemos convenir en que uno se entretiene con las cosas que le gustan, que le dan satisfacción. Sin embargo, y si bien quien escriba habrá experimentado, sin duda, el placer, e incluso la emoción al descubrir cómo cuadra nuestra trama, o al encontrar el adjetivo perfecto que se andaba resistiendo; convendrá también conmigo en que escribir no es siempre un ejercicio placentero; que es duro y difícil dar forma escrita a nuestros pensamientos. Una vez oí que un escritor había dicho que escribir es bien sencillo: algo así como que bastaba con sentarse frente a un papel y comenzar a sangrar. Siempre me ha parecido una frase descriptiva; y qué decir al comprobar que no nos gusta lo que ayer creíamos perfecto. Concluyo, por tanto, que escribir, si bien nos puede dar satisfacciones, salvo que seamos masoquistas, no es un ejercicio que hagamos por puro divertimento.
Otra posible explicación es que se escribe con el deseo íntimo de alcanzar fama y notoriedad, de convertirnos en una celebridad y saborear las mieles de éxito literario; ese glamour que rodea al escritor que alcanza fama y prestigio. Probablemente en algún momento todo escritor haya llegado a pensar que, tal vez, por qué no, él también podría ser uno de lo elegidos; de hecho, todos los que a la postre lo son, un día sintieron su misma inseguridad e incertidumbre, y también su misma ilusión por conseguirlo. Pero lo cierto es que, salvo que se sea un iluso, uno enseguida asimila que no escribe por ese tipo de éxito, por la sencilla razón de que muy pocos lo consiguen. 
Entonces, si escribir no es precisamente un ejercicio divertido, y si hacerlo no garantiza, ni mucho menos, ganar prestigio y dinero, ¿por qué se escribe?
Tal vez escribir sea un reflejo irracional; la irreprimible necesidad de expresarnos; de decir quién somos, qué pensamos y qué cosas nos preocupan. Ya se trate de realidad o de ficción, al escribir plasmamos nuestra visión del mundo, y también nuestra complejidad; la disposición a ponernos en la piel de otro, y pensar como él lo haría o deducir porqué lo ha hecho, qué resortes le movían, porque de algún modo nosotros también somos ese otro, y por eso imaginamos como él reaccionaría ante situaciones en las que probablemente jamás nos encontremos. También porque al escribir nos expresamos se comprende el afán de perfección que persigue al escritor; nuestros textos hablan de nosotros, están diciendo quién somos, y es lógico que queramos ofrecer lo mejor que guardamos dentro.
Expresarnos y comunicarnos, que esa es la última y fundamental dimensión de la escritura. Salvo excepciones, se escribe para ser leído, porque escribir es un acto de comunicación que se completa cuando nuestra creación se comparte con la visión y el juicio del lector. Por eso se explica el afán por publicar que tienen los escritores, y su frustración cuando no encuentran editor; y por eso su impaciencia y a veces el error de publicar antes de tiempo.



2 comentarios:

  1. En realidad creo que no es uno solo los motivos que nos llevan a escribir, ni serán los mismos para todos. Me quedo con la necesidad de comunicación y el ansia de trascendencia y de ordenar pensamientos y acontecimientos que suceden todos a la vez en la propia mente.
    Fantástica entrada y reflexión.
    Enhorabuena

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    1. Estamos de acuerdo, Mariam. Son distintas las motivaciones y distintas en cada caso. El ansia o propósito de trascendencia que tú apuntas es una motivación que es verdad que uno siente. Te agradezco el comentario y me alegra que de algún modo te sientas identificada con mis palabras. Saludos y por aquí nos vemos.

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