martes, 26 de marzo de 2013

La difusión de la obra: el (otro) punto débil de la autoedición




Si perteneces a esa inmensa mayoría de escritores que no ha conseguido la fama o convencido a un editor para que apueste por tu obra, ya sabrás que el noble arte de escribir no se agota en la creación.
Como además de por tu propia satisfacción, escribes para ser leído, que esta es una condición universal, una vez convencido de que lo que has escrito merece ser leído, se te plantea el sano y muy respetable propósito de hacerlo llegar a los lectores.
Hablamos de la difusión de tu libro, lo que implica conseguir dos objetivos, ya lo edites en papel o en digital: el primero que el público conozca su existencia, y el segundo y principal, que se decida a comprarlo (y mucho mejor si lo lee), o cuando menos a bajarse un ejemplar, si es que estás dispuesto a regalarlo.
Pero si escribir un buen libro no es sencillo, mucho menos resulta difundirlo por ti mismo.
Enseguida se piensa en Internet, el mismo entorno donde probablemente lo tengamos editado y publicado. Es fácil imaginar argucias más o menos previsibles con las que llegar a miles de potenciales lectores. El cuento de la lechera trasmutado al boca a boca digital.
Rápidamente te pondrás manos al teclado y colgarás el anuncio de tu libro, con su enlace, en los muros de tus amigos y en cuanta plataforma se te ofrezca en esa búsqueda que emprenderás en Internet.
Este es el error en el que no tardarás en darte cuenta que has caído. Compruebas que la aparición de tu anuncio es muy fugaz y enseguida se diluye en el torrente que circula por la red. También que aquel a quien tan afectuoso y cercano suponías, en realidad pasa bastante de ti, y si se digna a pulsar "me gusta", o acaso a felicitar tu valiente decisión, ya podrás darte por más que satisfecho, porque de que te compre el libro y/o se lo lea, salvo raras excepciones, ye te puedes olvidar.
Internet puede ser un instrumento poderoso, pero cuidado con el modo en que lo usamos. Como he oído decir, en la difusión "no hay peor enemigo que uno mismo con su obra". En todo caso, intenta ser sutil y ni se te ocurra abrumar a tus conocidos en las redes, y menos aun a los que te sean desconocidos; no conviertas tu obra en pobre spam, ni a ti mismo en un remedo de escritor.
Piensa que la publicidad, que al fin y al cabo de eso hablamos, es más eficaz cuanto más sutil y sugerente. Ofrece algo más que el simple enlace de tu obra, abre un blog y muestra cómo escribes, cómo piensas, quién eres; enseña tus relatos inéditos, opina de la actualidad, y si puedes, recurre a un buen profesional.

3 comentarios:

  1. Muy buen post Vicente y bien claro. No es fácil autopublicarse pero autopromocionarse es más complicado. Y, si no sabes cómo hacerlo bien, puedes pecar de pesado y hasta ser contraproducente para vender tu obra.
    ¡Saludos!

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  2. Creo que aquí reside el verdadero problema de los libros y en especial de los escritores noveles. No hay ninguna información que pueda ayudar a resolver el problema, todo se trata de medios, cantidades y en definitiva de pesos a invertir. Esto es algo que no al alcance general de los escritores por eso cualquier medio que los haga hacerse conocidos será bien recibidos. Por ahora el más barato parece ser ganar un concurso importante de buena difusión. El otro más humilde es el de poner los libros a bajarse gratis en alguna plataforma buena. Luego veremos que pasa cuando le pongamos precio.

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  3. Hay formas inteligentes de hacer la difusión; en cualquier caso debe suponer un valor añadido al mero hecho de ofrecer el libro; claro que hacerlo requiere un talento especial y también esfuerzo. Este link me parece un buen ejemplo http://acapulco70.com

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