lunes, 15 de abril de 2013

La república como referente; hay que matizarlo







Efectivamente comparto los ideales de la República y celebro con entrañable nostalgia su aniversario, pero quiero precisar a qué me refiero.
La República fue muy breve, apenas cinco años durante los que  ocurrieron muchas cosas, y no todas admirables.
Tras su proclamación se abrió una puerta a la esperanza que cristalizó en una constitución  extraordinariamente avanzada para su época. A continuación se inició un periodo que apenas duró dos años, el bienio reformista, liderado por un gobierno de republicanos de izquierda y socialistas que impulsaron ambiciosas reformas educativas y agrarias principalmente, con la constante y feroz oposición de la derecha. Pero por la desunión de la izquierda, a continuación llegó el llamado bienio radical-cedista, del que a veces nos olvidamos, bajo los gobiernos de Lerroux, Salmerón y nuevamente Lerroux, que dieron marcha atrás a todas aquellas reformas, y durante los que ocurren sucesos muy lamentables, el más grave, sin duda, la represión de la revolución de octubre del 34, en Asturias, una represión dirigida por Franco, por cierto, que arrojó el desgarrador balance de 1.500 muertos, 1.200 de ellos socialistas y anarquistas asturianos, veinte penas de muerte, de las que se ejecutaron dos, decenas de miles de prisioneros en toda España, torturas, e incluso la detención, entre otros, de Manuel Azaña, que estuvo preso noventa días hasta que el Tribunal Supremo decretó su libertad. Después, la izquierda unida en el Frente Popular ganó las elecciones y volvió al gobierno, y fue entonces cuando se sublevaron los golpistas.
Pero todo lo anterior ocurrió durante la República, lo bueno y lo malo, y por eso prefiero matizar qué es lo que admiro de aquel periodo emblemático y en cierto modo también mitificado.
Son los valores de progreso y justicia social que enarboló la izquierda, el propósito de reformar una España atrasada y dominada por las oligarquías económicas, eclesiásticas y militares, el espítitu radicalmente democrático; esos son los ideales que comparto como un símbolo y un referente, más allá de la forma de gobierno.

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